viernes, 6 de julio de 2012
Bicho Raro
Es sentir la sensación perpetua del mareo y la ceguera al levantarse rápido. Esconderse bajo las sábanas, cubrir cada centímetro de tu cuerpo para protegerlo del frío inexplicable del ambiente. Es querer ser una hoja seca del árbol que ves desde tu ventana. Tener una vida vacía de sentimientos; no atinar a lanzar la última sonrisa, que las lágrimas no se atrevan a saltar desde el precipicio del ojo. Es hacer un poema libre para expresar tu enfermedad porque no estás para rimas. Un sábado demasiado largo y un domingo lejano que avecina a ser interminable. Es esperar el lunes que te obligue a salir de la cama para envolver cada parte de tu cerebro e impedirte oír tus pensamientos. Es responder a todo con un ligero movimiento de cabeza. Una mirada húmeda, de color indefinido al infinito. Es repetirse una y otra vez; un poco más y estaré bien. Pero eso, visto desde fuera, con unos ojos que no entienden ni sienten, se reduce a ser un bicho raro.
Un Pájaro En La Terraza
Estoy tumbado en mi cama, con el ordenador, viendo vídeos que me recuerdan el paso del tiempo. No sé por qué, noto como una sensación de movimiento a mi izquierda, así que miro a la terraza. Un pequeño pájaro esta saltando por ella, me da miedo moverme, no quiero asustarle, es casi seguro que cuando estire las piernas para ponerme de pie salga volando. Va dando saltitos, se mete debajo de un silla de madera blanca que ya nadie usa, probablemente buscando algo que comer, migas de pan o algún fruto seco. Pero yo sé que no lo va ha encontrar, ahí no hay nada, acaba de llover y el agua se lo llevó todo. Sigue, saltando, buscando por cada uno de los escasos centímetros de mi terraza. Me paro a pensar; él también sabe que acaba de llover, lo ha visto, seguramente refugiado en algún porche retrasando la hora del vuelo para no mojarse las plumas. Entonces, ¿por qué busca? Y me doy cuenta. Me levanto, y antes de que pueda poner los dos pies en el suelo, el pequeño pájaro, ha salido volando. Sonrío, si no me hubiera puesto de pie nunca lo habría sabido.
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